Es ahí cuando la conciencia también pasa por coprender la rlación entre ese malestar y las posibles heridas, aún sin sanar, de nuestra propia infancia. De esta manera, estaremos rompiendo el eslabón de una larga cadena de patrones que se vienen repitiendo a lo largo de nuestra historia.
Otro aspeecto muy importante es demostrar predisposición a escuchar a nuestros hijos siempre que nos quieran decir algo, y respetarles tanto como a nosotros nos gusta que nos respeten como adultos. Alejarnos de las críticas, los prejuicios y los reproches. Si alguna vez nuestros hijos nos ponen ante una situación muy complicada, busquemos la solución en equipo. No sirve quedarse estancado en el problea reprochándoles lo que han hecho; lo mejor es entender por qué lo hicieron y poder focalizar toda nuestra atención en la situación.
Acompañar a nuestros hijos con una crianza conscienta nos llevará a estar siempre conectados con sus emociones. Entenderán que su sentir y sus necesidades son válidas, que les comprendemos, les respetamos, les queremos y les aceptamos como son. Que no necesitan aparentar, mentir o disimular para ser queridos, porque contarán siempre con nuestro respaldo, nuestra adeptación y nuestro amor incondicional, siendo fieles a sus propias emociones y necesidades, como también lo seremos nosotros mismos a las nuestras.
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