LAS DISCUSIONES O DISCREPANCIAS MÁS TÍPICAS DE LOS PADRES CUANDO VAN A TENER UN HIJO

La llegada de un bebé conlleva una nueva estructuración en la pareja que debe tener en cuenta tanto las necesidades individuales como las colectivas. 

Una reorganización que, según la guía Cómo resolver los conflictos familiares, creada por el Instituto Complutense de Mediación y Gestión de conflictos para la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid, no sólo afecta a la relación sentimental, sino que también influye en las existentes con los familiares y amigos más allegados.

Las principales áreas problemáticas, señalan los expertos que han colaborado en esta publicación, suelen estar relacionadas con:

  • El cumplimiento de las nuevas responsabilidades

  • El reparto entre el tiempo para uno mismo y el destinado a la pareja

  • Las discrepancias en el cuidado y la crianza de los niños

  • Conflictos derivados del choque de ideas entre ambas familias

Sin embargo, de estos puntos de posible desencuentro también derivan otros de carácter más específico, dando lugar a algunas de las diferencias entre los padres al tener un hijo que se dan con mayor frecuencia:

1. La elección del nombre

Uno de los primeros escenarios de desencuentro llega con la elección del nombre del bebé. Como veremos en otras situaciones, pretender que un criterio prevalezca sobre el otro no es la solución. En cambio, si buscamos una solución intermedia, con la que ambos quedemos satisfechos, habremos superado la pequeña crisis sin necesidad de discutir. Es muy importante no dejarse influenciar por el entorno ni por la sociedad y escoger, realmente, aquel que convenza a ambos.

2. El reparto de tareas

En cuanto al reparto de tareas, lo complicado no es dividirlas equitativamente, sino cumplir con lo pactado y no sobrecargar al otro con nuestras responsabilidades. Al mismo tiempo, ser comprensivos a la hora de asumir un mayor volumen de las mismas, cuando las circunstancias lo requieran, fomentará la empatía mutua y contribuirá a atenuar otra de las diferencias entre los padres al tener un hijo que más se repite.

3. La necesidad de dedicar tiempo a uno mismo y a la relación

De la misma manera que disfrutamos de los momentos juntos, debemos seguir cuidando de nosotros mismos y dedicando tiempo a hacer cosas que nos gusten. Que vayamos a tener un bebé, no significa dejar de lado nuestras aficiones y desatendernos. Adoptar conductas intolerantes y controladoras solo contribuye a que los cimientos de la relación comiencen a tambalearse, por lo que es de vital importancia respetar el espacio del otro.

4. La diferencia de criterios en la crianza

Apoyados muchas veces en la experiencia de cada una de nuestras casas, podemos llegar a discrepar con nuestra pareja en cómo criar a los niños. En ocasiones, defendemos a ultranza aquello que nuestros padres hicieron con nosotros, que pudo ser correcto o no tanto. Pero, independientemente de eso, ¿por qué renunciar a la experiencia de encontrar juntos la opción más adecuada?

5. Las relaciones con ambas familias

Al igual que en el caso anterior, otra de las diferencias entre los padres al tener un hijo surge del influjo de ambas familias. Los especialistas del Instituto Complutense de Mediación y Gestión de conflictos aconsejan delimitar ciertos espacios de no intervención externa, siendo trasparentes con nuestros allegados. Lo ideal es mantener con ellos una conversación sincera en la que, además de pedir que respeten nuestros criterios, les hagamos saber que agradecemos su interés y su apoyo.

Es muy importante poner límites desde el primer día. Sobre todo, en lo que respecta a las visitas a casa de los abuelos y demás familiares. No se trata de suprimir todos los compromisos, sino de tener una buena organización y determinar si realmente nos conviene o no estar siempre de arriba para abajo. Hay que pensar siempre en la tranquilidad del niño y, por ende, en el bienestar de los tres. Si no contemplamos y hablamos esto desde el principio, el problema se irá agrandando con el tiempo y nos terminará pasando factura.

6. ¿Hay que bautizarlo o no?

Una polémica espinosa y de tinte muy personal que, sin embargo, requiere del consenso de los padres. Decidir posponer la decisión hasta que el niño la tome por sí mismo o tomarla por él en uno u otro sentido es cosa de cada pareja. Comprender al otro y ponerse en su situación es el camino para llegar a un acuerdo satisfactorio.

Si vamos a bautizar al niño por convención social y no por los valores religiosos que puedan tener uno o ambos miembros de la pareja, una alternativa es celebrar una fiesta para presentar al niño a la que acudan familiares y amigos.

7. Escoger guardería y cuidadores

¿Qué guardería es la más adecuada? Y, cuando no podamos estar con él, ¿con quién debe quedarse? Ante estas recurrentes dudas, lo esencial es priorizar lo que más beneficioso le resulte a nuestro hijo. Se puede repartir el cuidado entre ambas familias o recurrir a los servicios de cuidadores cualificados. Al igual que para la elección del centro infantil, seguro que el intercambio de opiniones entre las partes ayuda a decantarse por la mejor alternativa.

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